El escritor Chris Lowney ha participado a finales del mes pasado en Loyola y en Manresa en el proceso de Desarrollo de Liderazgo en el que se encuentran inmersos jesuitas y laicos de África y Madagascar. Su visita a España ha coincidido con la publicación de su nuevo libro, Francisco, líder y papa, con la editorial Sal Terrae. En él ahonda en los valores del papa jesuita, sus gestos, sus exhortaciones, sus planteamientos que beben de su formación dentro de la Compañía de Jesús y que inspiran nuevos hábitos de un líder: “Está cuestionando el entero enfoque del liderazgo en la cultura más amplia que nos rodea y personificando una visión refrescante y profundamente anticultural de cómo deben vivir los líderes y qué deben valorar”. Lowney defiende que cualquiera está llamado a ser líder y que el papa ha respondido a esta llamada con nuevos modos y desde una visión rompedora arraigada en este principio: “El auténtico poder es el servicio”. Y a partir de ahí desarrolla el reto que plantea a la iglesia a “repensarse a sí misma”.

Para escribir este libro, Chris Lowney fija su atención en lo que el propio papa ha dicho y hecho desde su elección; investiga en sus valores de liderazgo durante los años en que estuvo al frente de los jesuitas argentinos  (algunos de sus discípulos, hoy sacerdotes jesuitas, han compartido generosamente sus recuerdos) y se adentra en los principios de los que el joven Bergoglio se empapó durante su década larga de formación para el sacerdocio jesuita.

Siete años como miembro de la Compañía de Jesús y después otros 17 como director gerente de la entidad bancaria J. P. Morgan se han convertido para el americano Chris Lowney en dos experiencias fuentes de inspiración para desentrañar las claves del liderazgo. Su libro El liderazgo de los jesuitas, publicado por Sal Terrae en enero de 2014, recoge los paralelismos que guardan ambas compañías mientras sus misiones son tan dispares. “No es de extrañar”, dice el autor, “que los arquitectos que trazaron las líneas maestras de la Compañía de Jesús  valoraran la misma mentalidad y los mismos comportamientos que hoy aprecian las empresas modernas que desarrollan su actividad en entornos igualmente agitados: las capacidades de innovar, de mantenerse flexibles y adaptarse constantemente, de proponerse metas ambiciosas, de pensar globalmente, de tomar decisiones a tiempo, de arriesgarse”. Sus conclusiones han recorrido el mundo ofreciendo en diversos foros la sustancia del liderazgo: “autoconciencia, ingenio, amor y heroísmo”, apunta.