Noticias / Jesús Sariego recuerda los asesinatos de la Universidad Centroamericana
Esta Noticia fue editada el: 06-11-2014

Jesús Sariego recuerda los asesinatos de la Universidad Centroamericana max-width=

(LA NUEVA ESPAÑA)

"El martirio de los jesuitas de El Salvador mostró que educar y pensar es peligroso"

"Les dispararon a la cabeza, como si el cerebro fuera el peligro de quienes habían pasado toda su vida en la Universidad"

J. MORÁN

Están a punto de cumplirse los 25 años de los "mártires de la UCA", el asesinato de seis jesuitas y dos trabajadoras de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), en San Salvador. Aquel 16 de noviembre de 1989 un pelotón del batallón Atlacatl de la Fuerza Armada de El Salvador disparó salvajemente sobre cinco jesuitas españoles: Ignacio Ellacuría (rector de la Universidad), Ignacio Martín-Baró (vicerrector), Segundo Montes (director del Instituto de Derechos Humanos de la UCA), Juan Ramón Moreno (director de la biblioteca de Teología), y Amando López (profesor de Filosofía). Además, fue asesinado el jesuita salvadoreño Joaquín López y López (fundador de la UCA), y las mujeres Elba Ramos y su hija, Celina Ramos, ambas empleadas domésticas.

Asturias recordará aquellos hechos en sendas misas: en Oviedo, el próximo día 14 (20.15 horas, iglesia de Las Salesas); y en Gijón, el día 21 (19.00 horas, parroquia de San Esteban del Mar del Natahoyo). El jesuita asturiano Jesús Manuel Sariego Rodríguez, que trabaja en Centroamérica desde 1977, conoció de cerca aquellos hechos, ya que era entonces profesor de Historia de la UCA y encargado de los estudiantes jesuitas. No vivía en el mismo lugar que los ejecutados, pero fue de los primeros en ver sus cadáveres. Sariego disfruta en el presente de un tiempo sabático en Oviedo, dedicado al estudio de la historia de la Compañía en América, tras haber sido durante seis años superior provincial de Centroamérica.

-¿Qué recuerda de aquella fecha?

-Una mezcla de tristeza profunda y de una cierta satisfacción por ver que nuestros hermanos habían muerto por principios que todo jesuita vive, que son los de la fe que lleva a la justicia. Era la satisfacción de tener compañeros tan generosos y valientes y la tristeza de ver su cuerpos destrozados. Una cosa que me parece importante de ese martirio es que mostró al mundo que educar y pensar puede ser peligroso, porque cambia el mundo. A ellos les dispararon a la cabeza y les destrozaron el cerebro. Cuando llegaron los forenses se encontraron con que sus cerebros estaban sembrados por todas partes. Es como si la cabeza fuera el peligro de unos hombres que habían pasado toda su vida en el mundo universitario y, en realidad, las posiciones que sostenían era que había que conducirse hacia la paz, sentarse a dialogar. Ese era el resultado de su análisis sobre la situación del país. Nadie podía ganar aquella guerra más que por el diálogo.

-Veinticinco años después, ¿se ha hecho justicia, desde el punto de vista de las instituciones?

-Los dos procesos iniciados están atascados en este momento. Por un lado, la Compañía y la UCA van por la vía de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y estamos pidiendo que se reabra el caso para investigar los autores intelectuales, porque sobre los autores materiales hay una certeza evidente, incluso de quién asesinó a cada jesuita y a las dos colaboradoras. La Corte ha invitado al Gobierno salvadoreño a que reabra el caso, pero ya desde el anterior Ejecutivo respondió que no lo iba a hacer por dos razones: habían pasado más de diez años y los crímenes estaban prescritos; y la segunda razón es que no se puede juzgar dos veces lo mismo. Pero nosotros sostenemos que no es lo mismo, porque el otro juicio fue sobre los autores materiales.

-¿Y el segundo procedimiento?

-Algunos familiares de los fallecidos y varias organizaciones, como el Centro Internacional por la Justicia, con sede en California, han ido por la vía de la Audiencia Nacional de España, amparados en el principio de la justicia universal por crímenes de lesa humanidad. El Gobierno español, con motivo de la visita de Rajoy a China, hizo un reajuste de cómo entiende ese principio de la justicia universal, pero no han quedado excluidos los jesuitas de El Salvador porque mantenían la nacionalidad española o la doble nacionalidad. Pero ese proceso está obstruido porque el juez llamó a los militares salvadoreños y ninguno de ellos se presentó, salvo uno que vive en Chile. No sé si este camino judicial va a tener mucho futuro porque la Justicia salvadoreña no les presiona, y parece un poco iluso pensar que van a venir 15 soldados y oficiales de alto rango a declarar ante un juez español.

-¿En consecuencia?

-Los jesuitas somos del parecer de que el camino por el que debemos ir es el de perdón y verdad, los dos lemas con los que hay que trabajar. Queremos utilizar un camino de cara al futuro salvadoreño por tantísimas masacres y ajusticiamientos que se han producido. No podemos construir una sociedad nueva sin tener claridad sobre lo que realmente ha ocurrido. Y no sólo en nuestro caso, sino en el de otras muchas masacres mas sangrientas, como la matanza del Mozote, también en El Salvador, donde murieron casi 200 personas entre niños y mujeres. Se trata de abrir vías que sean ejemplares para que otros las utilicen en un país donde la Justicia ha estado secuestrada.

-¿El presente del país?

-La guerra terminó, pero tenemos las guerras de la violencia y de la pobreza, que son dos caras de el misma moneda. La violencia de las bandas y de las "maras".

-¿Qué supone para ustedes el Papa Francisco?

-En Centroamérica se ha sentido la alegría de que sea latinoamericano, mientras que en España lo leen más como que es jesuita. Allí se percibió a Francisco y su modo de expresar la fe desde el día que salió al balcón de la plaza de San Pedro y se le notaba una fe sencilla, de ponerse a rezar a la Virgen. Por eso, la primera cosa que se siente es una gran empatía con esa forma tan latinoamericana de piedad profunda. Y otra cosa que ha impactado mucho en El Salvador es que al fin se desatascó el proceso de canonización de monseñor Romero que estaba en un momento de "impasse". Parece que hubo un momento que lo quisieron sacar de la vía de canonización por mártir y lo querían hacer por confesor, lo cual complica el proceso. Era como si dudaran de que su martirio hubiera sido por defender la fe. En general, están entrando aires nuevos a la Iglesia. Tal vez el Concilio Vaticano II abrió los aires hacia afuera y ahora el Papa los está abriendo hacia adentro tal y como la estructura de la Iglesia lo necesitaba. El proceso va a ser un poco lento, pero a Francisco se le ve con fortaleza y firmeza. No digo que no haya gente que se oponga, pero la gran mayoría de la Iglesia está al lado de este Papa.

-¿Cuál es el pulso de la Compañía?

-Está viviendo un proceso de reorganización interna y hay un cambio significativo. Se suele decir que disminuyen las vocaciones, pero, en realidad, bajan donde tradicionalmente había muchas, caso de Europa. Pero en África y, sobre todo, en Asia están creciendo más que nunca. Lo que está cambiando es la composición interna de la Compañía y la presencia de los países del sur, donde el cristianismo no es mayoritario. Es una oleada de otro modo de vivir la fe y de diálogo con las otras religiones y culturas. Y en el doble polo de la fe y la justicia, que tanto ha caracterizado a la Compañía, en este momento estamos replanteando formas nuevas de vivir la fe, por ejemplo, en el tema de la ecología y la sostenibilidad del planeta. Y también sucede que los jóvenes de hoy sienten la presencia de Dios de otro modo. Creo que la palabra clave es "profundidad", y es preciso buscarla en este tiempo del internet rápido y en el que se reducen las cosas a lo más simple.

Foto Angel