Noticias / Los comienzos en el balonmano colegial de Juan de Álvaro (p.1994)
Esta Noticia fue editada el: 20-04-2015

Los comienzos en el balonmano colegial de Juan de Álvaro (p.1994) max-width=

(EL COMERCIO)

Pivote "chiquitín", pero de Copa

Futbolero convencido, empezó a jugar a balonmano por un amigo y terminó creando y presidiendo el Juanfersa Gijón

LUCÍA RAMOS

Con sólo 11 años, y más por hacer un favor a un amigo que por otra cosa, Juan de Álvaro (Gijón, 1976) cogió por primera vez una pelota de balonmano. No la volvió a soltar y hoy, varias décadas después, se encuentra inmerso en la organización de la Copa del Rey que, gracias a su trabajo y al de sus compañeros, tendrá lugar por primera vez en Gijón.

El pequeño de dos hermanos, Juan apenas sabía lo que era el balonmano cuando llegó al colegio de la Inmaculada. Acababa entonces de pasar por una situación que hoy consideraríamos una nimiedad pero que para un niño de su edad fue todo un shock. "Estudiaba en el Blancanieves, en Somió, donde ir a clase era sinónimo de pasarlo bien. Las profesoras eran todas mujeres y nos hacían sentir como en casa", recuerda. Sin embargo, cuando apenas contaba ocho años, el colegio cerró y él paso, tras un año en Liceo, a ser alumno de los Jesuitas. "El cambio fue brutal. Los profesores eran mucho más severos y la forma de dar clase, muy diferente", indica. Sin embargo, su carácter afable pronto le granjeó buenas amistades, la mayoría de las cuales aún conserva.

Quienes le conocen señalan que "es una persona incapaz de decir "no"" y fue precisamente eso lo que le metió en el mundo del balonmano. "Un amigo me invitó una tarde a quedarme con él a entrenar y aunque yo siempre fui un futbolero empedernido, no me disgustó. Coincidió además que dos miembros del equipo lo dejaron en aquella época y sentí que tenía un compromiso, que no podía dejarles tirados", relata. El compromiso, un sentimiento poco frecuente en niños de su edad, sigue siendo, hoy en día, otro de sus rasgos más característicos. "Por muy feas que se pongan las cosas, ni me planteo dejar tirados a los míos", asevera.

Durante los años que pasó en la Inmaculada, Juan siguió jugando al balonmano. "Era pivote, lo cual no deja de ser extraño, pues era muy chiquitín. Pero creo que precisamente por eso los demás jugadores se confiaban y me dejaban hacerles perrerías", recuerda entre risas. Su afición era tal que mientras sus padres y su hermana se iban el fin de semana a esquiar, él se quedaba en casa de sus abuelos para no perderse ni un solo partido.

Primeros pinitos

Con 18 años empezó a cursar los estudios de Derecho en la Universidad de Oviedo, algo que le apasionaba y compaginaba con su labor como entrenador de los juveniles del Inmaculada. Un año después, sus amigos fundaron el club de fútbol Norte Astur y le nombraron presidente. "Siempre digo que fue donde hice la mili, aunque lo cierto es que era muy diferente a dirigir un club de balonmano. Lo pasábamos en grande viajando, animando y protestando desde el banquillo. ¡Los árbitros no nos reñían!", rememora.

Más adelante, Juan y sus antiguos compañeros de equipo crearon, junto a los juveniles a los que él había entrenado dos años antes, el equipo senior de la Inmaculada y volvieron a jugar. Por aquella época también se sacó el título de entrenador, aunque después no se dedicaría demasiado tiempo a ello.

Tras finalizar sus estudios de Derecho trabajó un año como pasante y otro más en una asesoría laboral, además de estudiar Criminología. "Lo pasé muy bien y aprendí mucho, pero finalmente decidí emular a mis padres y dedicarme a ser representante comercial". Un trabajo en el que sigue hoy en día y que, reconoce, le hace muy feliz.

En 2003, de nuevo con sus antiguos compañeros de equipo y con toda la ilusión del mundo, Juan fundó el Academia Civil, un equipo que dio que hablar y que llegó a entrenar el mismísimo Alberto Suárez. A este proyecto le siguió, en 2009, el que terminaría siendo "la niña de sus ojos", el Juanfersa. Con él Juan vivió momentos de inolvidable alegría, como el ascenso a la División de Honor Plata en 2010, tras vencer al Gerona, pero también etapas difíciles. "2011 fue uno de los años más duros. Nos fiamos de promesas que no se cumplieron y se originó un déficit importante", recuerda, apenado. Pero las ganas de seguir adelante fueron más fuertes y no sólo superaron el bache, sino que dos años después lograron ascender a la liga Asobal y codearse con los mejores.

En todos estos años Juan no dejó de desvivirse por el club que preside y que hace unos días volvió a darle otra gran alegría: Gijón acogerá en junio la final de la Copa del Rey. "Esto es más que un hobby, exige plena dedicación y hasta pierdo dinero. Pero te aseguro que merece la pena y nunca me he arrepentido", sentencia.

Foto Angel