Noticias / Entrevista a Matías Somolinos, exprofesor del Colegio
«Estoy muy orgulloso porque he ganado todas las batallas.»
Esta Noticia fue editada el: 16-09-2018

Entrevista a Matías Somolinos, exprofesor del Colegio  max-width=

(La Nueva España)  

Matías somolinos | Exprofesor del colegio Inmaculada, ejemplo de la lucha contra el cáncer

"He luchado con todas mis fuerzas, ahora podría estar en una silla de ruedas"

"Todo empezó con un dolor en una pierna y ya van seis operaciones; ahora me gustaría ayudar a los demás a partir de mi propia experiencia"

Por Cuca Alonso - Es un superviviente. A sus 42 años supo lo que era enfrentarse a la muerte, y la ha vencido, pero su lucha ha sido la de un titán; el enemigo no daba tregua. Hoy, por fin, se ha liberado. Los análisis dicen que está limpio y se dispone a emprender su nueva vida con optimismo, ayudando a los demás, insuflándoles valor y esperanza, y, sobre todo, fe.

- Defínase, por favor.

-Nací en Gijón (1974), el cuarto de siete hermanos. Soy una personan trabajadora y muy disciplinada, optimista. Estoy casado y no tengo hijos.

- ¿Dónde se formó?

-Cursé el Bachiller en el colegio Los Robles y la carrera de Historia en la Universidad de Navarra. Al acabar vine a Gijón e hice el CAP (Certificado de Aptitud Pedagógica). Tenía claro que mi vocación era la enseñanza, pero no a universitarios, me gustan los chavales de Bachiller. Estuve trabajando un año en el colegio Los Robles, en FP, pero desapareció esta sección. Entonces me dediqué a enviar currículos y me contestaron de Burgos, de un colegio internacional, el Campolara. Me fui para allá y daba clases de Geografía e Historia; parte de esas asignaturas las impartía en inglés. En Burgos estuve nueve años, y aproveché para sacar la titulación de la Escuela Oficial de Idiomas.

- ¿Por qué lo dejó?

-Me salió una oportunidad para trabajar aquí, en el colegio de la Inmaculada, donde estuve siete años, dando clases de Inglés y de Historia. Y luego me fui al colegio San Ignacio de Oviedo, también de los Jesuitas. Entré en septiembre y en febrero lo dejé.

- ¿Qué pasó?

-En 2016 me empecé a notar un dolor en una pierna, y me hicieron una ecografía, y se vio que tenía un hematoma y me mandaron a un fisioterapeuta, pero no dio resultado, empeoraba. Pidieron una resonancia magnética y con ella fuimos a la consulta de Alejandro Braña, al que no le gustó lo que vio. Tengo grabadas sus palabras, dijo que era una situación muy preocupante e inquietante, y que había que actuar con rapidez. Salimos mis padres y yo de la consulta muy asustados.

- ¿Cuál era el pronóstico?

-Tenía un tumor maligno en el fémur, pero eso no era lo peor, ya que era una metástasis, y había que buscar el primario. Lo encontraron en un riñón. Alejandro Braña, al que no dejaré nunca de agradecerle lo bien que se portó conmigo, me ingresó en el HUCA para operarme primero de la pierna. Me puso el fémur de un donante, con un clavo de titanio atravesando todo el hueso, y a la semana el equipo de Ramón Abascal y Miguel Hevia me quitaron el riñón derecho. Me mandaron para casa, y a los pocos días me hicieron un Pet, que certificó que tenía una glándula suprarrenal dañada. Otra vez al quirófano, para quitármela. Estaba en una situación lastimosa, lo único que me permitían era mover la pierna por el agua, con las muletas.

- ¿A día de hoy cómo está?

-Camino, pero con dolor. Conduzco y voy en moto; he mejorado muchísimo. Recuerdo una frase de Alejandro Braña cuando me desveló el pronóstico. Dijo, que el 90 por ciento de mi recuperación dependía de mí. He luchado hasta el límite de mis fuerzas, podría estar en silla de ruedas.

- ¿Se han terminado sus problemas?

-No, pero un día estaba en la piscina de la urbanización y se me acercó un chico para preguntarme qué me había pasado, y le conté toda la historia. Se llama Quique Rodríguez Rebollo, es un fisio, un profesional como la copa de un pino. Dijo que tenía una máquina donde puedes caminar quitándote el 80 por ciento de tu peso. Le pregunté a Alejandro Braña y terminó por darme permiso para que probara. Quique está totalmente involucrado en mi recuperación. Aparte, voy todos los días al gimnasio del Club de Regatas y hago bici estática, bici elíptica, cinta y natación. Me duele mucho la pierna, pero si no hago todo eso tal vez estaría en silla de ruedas. La verdad es que he mejorado muchísimo. Aunque levantarme cada día de la cama es una batalla, no me he quedado un solo día en ella. Estoy muy orgulloso porque he ganado todas las batallas.

- ¿Le han dado el alta?

-No, acaba el año 2016 y en 2017 se veía que la glándula que me quedaba estaba dañada, y vuelta al quirófano para quitármela. Esto me obliga a seguir un tratamiento de cortisona de por vida. En 2018 ven que el riñón sano tenía dos nódulos que, aunque no son malignos, deciden quitármelos. Era la sexta operación, pero ya estoy limpio.

- Enhorabuena, me alegro muchísimo. ¿Y su trabajo?

-Me dieron la incapacidad definitiva. Fue muy fácil, pero me gustaría ayudar a los demás a partir de mi experiencia.

- ¿Es cierto que le van a dar un homenaje?

-Sí, es una cosa que había pensado hace tiempo. En el colegio de la Inmaculada formé con los chavales de Secundaria un grupo. Me gusta mucho la música y tenemos en la familia muy buen oído. De pequeño los Reyes me trajeron una batería con la que tenía a mis padres atormentados. Luego, durante la carrera aprendí a tocar la guitarra. La fiesta va a ser por todo lo alto, hemos sacado a la venta doscientas entradas y se han agotado todas. Lo celebraremos en el Club de Regatas. El acto consistirá en una cena, luego los chicos y yo ofreceremos un concierto y luego el baile.

- ¿Usted va a bailar?

-Sí, lo estoy deseando. Me servirá como rehabilitación. Pero el próximo día 19 me quitarán la placa y los tornillos de la pierna. Dicen que me aliviará el dolor, ya que no puedo tomar analgésicos. Es la séptima operación.

- ¿En algún momento tuvo miedo?

-Sí, tuve mucho. Soy un apasionado de la vida. Necesito muy poco para ser feliz. Yo no tengo que ir una semana a Nueva York para celebrar nada. Lo paso muy bien sentado frente al mar comiendo un helado. Mi mujer y yo nos poníamos unos playeros e íbamos a caminar unos diez o doce kilómetros y disfrutábamos mucho.

- ¿Ha rezado?

-Soy una persona católica y practicante, lo que pasa es que he tenido momentos de flojera; iba a misa y salía sin haberme enterado de nada. Pero los palos de la vida te hacen reaccionar. Ahora estoy más cerca de Dios. Y si me ha mandado esto, Él sabrá por qué lo hace. Recé yo y rezó toda mi familia, y parece que Dios nos ha escuchado. En esas conferencias que me gustaría dar a los chicos, quiero que comprendan la importancia de la oración.

- ¿Su mujer cómo lo ha llevado?

-Muy bien, no puedo agradecerle toda la paciencia que ha tenido conmigo; la verdad es que es alucinante, no sé cómo pagárselo. Cómo se portó y cómo se está portando. Es una mujer extraordinaria.

- ¿Cómo contempla el futuro?

-Con mucho optimismo y esperanza. Alejandro Braña me dijo que con este problema hace diez años me hubieran cortado la pierna.

Foto Angel