Noticias / Entrevista a Pedro Luis Menéndez (p.1975) en la prensa
«Tengo la impresión de que todo pasó muy rápido y de que la vida menguó de alguna manera»
Esta Noticia fue editada el: 07-06-2019

Entrevista a Pedro Luis Menéndez (p.1975) en la prensa max-width=

(La Nueva España)

PEDRO LUIS MENÉNDEZ | Poeta, acaba de publicar "La vida menguante" 

Pedro Luis Menéndez, poeta: "Un poema sin música es nada"

"La educación literaria ha desaparecido de las aulas de la Enseñanza Media en España"

Jose Luis Argüelles - El poemario La vida menguante (Trea) es una de las novedades más interesantes de las últimas semanas. Detrás de esos versos hay un autor de voz tan personal como desolada, buen conocedor del oficio y la tradición. Pedro Luis Menéndez, gijonés de 1958, empezó a destacar a finales de los años setenta y principios de los ochenta como uno de los jóvenes poetas asturianos más relevantes de entonces. Después de Canto de los sacerdotes de Noega (1985) entró en un silencio editorial que se ha prolongado durante más de tres décadas. Profesor de Literatura en el gijonés colegio de la Inmaculada, el escritor seguía ahí: publicó una novela ( Más allá hay dragones); ahora ha vuelto también el poeta.

-¿Por qué tantos años sin publicar poesía?

-No tiene una respuesta fácil; probablemente porque no lo necesitaba. Los libros si no son necesarios, son superfluos, y de estos últimos se publican por cientos. Incluso yo mismo he incurrido en eso, con cosas de didáctica. La primera versión de "La vida menguante" es de 2002, pero entonces sentí ya de alguna manera que iba a ser un libro; no eran poemas sueltos. Lo concluí en 2013 y lo dejé aparcado. Hasta el 2016 no pensé en la publicación.

-Tengo la impresión de que, en su caso, ha habido más un silencio editorial poético y no tanto literario...

-Bueno, sí he seguido dándole vueltas a la poesía. Hay otra cuestión: sin tener nada en su contra, no soy muy dado al mundillo literario.

-Pero si publicó, en su juventud, varios libros de poesía seguidos...

-Tienes el impulso del comienzo. Me fui dando cuenta de que los libros que merecen la pena son aquellos que tienen una gran autoexigencia. Así, te vuelves más escrupuloso, más lento.

-¿Cómo fue concibiéndose y escribiéndose "La vida menguante"?

-Fue un proceso largo: hay más poemas escritos de los recogidos en el libro. Al no pensar en la publicación, fue escrito sin prisa. Me dicen: "Pedro, treinta años...". Pero tengo la impresión de que todo pasó muy rápido y de que la vida menguó de alguna manera. A veces, me pregunto: "¿de verdad pasaron esos treinta años?".

-El libro fue tirando de usted.

-De alguna manera, ha sido así.

- "La vida menguante" está recorrida, sin embargo, por una historia de la que seguimos el proceso...

-Quería un libro coherente conmigo y con él mismo tanto en el contenido como en el aspecto formal. Quería que tuviera una música.

-Estructura el poemario en tres partes y mantiene una cierta unidad de la voz poemática, también en el uso de ciertas formulaciones métricas. ¿Fue saliendo así o responde a un planteamiento sostenido en el tiempo?

-Sí, sí. Me gusta hablar de las artesanías del arte y de cómo un autor presenta etapas distintas; no sé, por ejemplo el Picasso de la época azul. No sé si "La vida menguante" forma parte de una etapa o no, pero si hay una intención en el resultado que se ofrece al lector. Eso ya me había interesado en mis libros anteriores.

-Me parecía extraño que el libro tuviera tanta coherencia estilística pese a que su escritura se llegó a demorar bastantes años...

-Hay algo que me gusta trabajar especialmente: la música del poema. Un poema sin música es nada. No estoy hablando de métrica clásica. Cuando se nos cae un libro de poemas de las manos es porque no tiene música.¿Qué podemos aportar? Nuestra propia música, eso que se llama voz personal. Noventa y nueve de cada cien libros de poesía son explosiones más o menos líricas, pero no poesía.

- Su poesía ha entrado en una línea meditativa y recurre con frecuencia a la elipsis como marca de estilo. ¿Qué diferencias hay entre este poemario y los de sus años juveniles?

-Hay mayor oficio.. Y hay ahora una escritura más consciente. Antes era más oscuro, más hermético. Tengo otro libro en marcha en el que la voz de "La vida menguante" se abre a otras preguntas: ¿cómo vivimos en Occidente?

-¿De la mirada hacia dentro a la mirada hacia afuera?

-Sí, tengo la conciencia de que los occidentales vivimos escondidos. Nos escondemos, no sé de qué. Es un libro más claro. Me sigue gustando el hermetismo, pero al lector hay que dejarle puertas abiertas. Hay que diferenciar entre el poeta y la voz de los poemas.

-¿Cuánto hay de biografía en "La voz menguante"?

-Hay biografía, pero hay también un juego de fronteras entre lo real y lo ficticio.

-En algunos aspectos conecta con la llamada "poesía de la experiencia".

-Pero sin llegar a los extremos de aquélla. Hay lecturas comunes. No me disgusta la etiqueta de "poesía de la experiencia". Un poema es un artefacto, pero no me interesa la experiencia directa, sino aquella que está tamizada por el trabajo del verso.

-"La vida menguante" coincide con la publicación de las prosas de "Postales desde el balcón"...

-Es un libro de encargo: el reto que me propuso un amigo. Curiosamente es un volumen que salió rápido, poniéndome plazos. Y quedé sorprendido. Hay microrrelatos, prosas líricas, otras que no lo son tanto... Lo pasé muy bien. Es un camino muy distinto. Pero es el resultado de la libertad de quienes nos dedicamos a otras cosas para ganarnos la vida. No sé cómo me sentiría si fuera novelista y tuviera que vivir de una escritura exigida, en ocasiones, por los mandatos del mercado. La poesía es otro mundo, aunque empieza a tener también condicionamientos del mercado. En la escritura, me gusta mucho la exploración; la búsqueda de la aventura de la escritura.

-Uno de estos días leía un artículo suyo en el que usted daba consejos a la joven poeta de éxito Loreto Sesma...

-No daba consejos, decía que alguien debería darle consejos. No es lo mismo. Y que, además, debería tener claro cuál es la intención de esos consejeros.

-Lo cierto es que usted citaba la conocida frase de Rilke sobre la existencia de mucha poesía mala y lo importante que es escribir por necesidad vital, sin imposturas.

-Es posible que si yo perteneciera a esa generación de poetas jóvenes no fuera muy distinto. Muchos de ellos platean su poesía como si estuvieran en una lucha generacional. Creo que va por otro lado. Estoy convencido, además, de que muchos están publicando más de la cuenta. Si a los veinte me dicen que me publican todos los carpetones que tenía, y que me dan premios, y que me pasean por España... Pues, yo hubiera dicho que sí, seguro, seguro. Pero como tengo una edad, me da miedo por ellos; me horrorizan los juguetes rotos. Y así van a acabar muchos de ellos cuando el mercado se canse. ¿Qué eres un poeta de raza? Lo seguirás siendo, aunque ten un poco de cuidado. Es lo que quiero decir en ese artículo. Se está produciendo una ruptura lectora: esos poetas, y yo los llamo así -¿por qué no?- , venden muchísimo pero sin que eso tenga que ver con lo que escriben. Venden mucho porque son muy conocidos como "youtubers". Leo algunas de sus declaraciones y me da pudor, la verdad. Las calidades son las que son y a mí, sin ser muy del refranero, no me gusta que den gato por liebre. Y es lo que están haciendo editoriales importantes. Me salen de pronto el padre y el profesor, pero es que me da rabia rabia que a los jóvenes les den gato, como si no fueran capaces de comer liebre.

-Ya que menciona su faceta como profesor, ¿la poesía ha dejado de tener un lugar importante en en el conjunto de la Enseñanza Media en España?

-Ni importante ni de otro tipo. En este momento, salvo en las clases de profesores aislados, la educación literaria ha desaparecido de la Enseñanza Media española. Me da igual lo que diga la letra de la ley: la educación literaria ha desaparecido de las aulas. Y, por eso, es mucho más fácil vender gato. Creo, además, que ha sido un proceso buscado, intencionado.

-¿En qué sentido?

-No interesan ciudadanos con ciertas capacidades. Parece que los de Humanidades somos unos llorones, pero es evidente que al sistema sólo le interesa promover la formación de tecnólogos, técnicos especializados. En España había una sociedad de médicos escritores, a la que llegó a pertenecer Baroja. Estoy seguro de que esa faceta humanística se ha ido diluyendo entre los actuale estudiantes de Medicina, aunque haya grandes lectores. Eso no quita para que aún existan profesores por ahí entusiasmados, que enseñan cosas.

Foto Angel