Noticias / Entrevista a Gerardo Álvarez-Uría (p. 1993) en la prensa
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Esta Noticia fue editada el: 11-10-2020

Entrevista a Gerardo Álvarez-Uría (p. 1993) en la prensa max-width=

(El Comercio)

Gerardo Álvarez-Uría: «La vacuna no es un camino fácil, los países la utilizan como arma política»

GERARDO ÁLVAREZ-URÍA, MÉDICO EN LA INDIA

El doctor gijonés relata cómo el Hospital de Bathalapalli, en Andhra Pradesh, ha tenido que reconvertirse para tratar solo a enfermos de covid

M. F. ANTUÑAGIJÓN.- Desde abril de 2009 lleva Gerardo Álvarez-Uría (Gijón, 1975), médico especializado en enfermedades infecciosas, trabajando en Anantapur, en el estado indio de Andhra Padresh, para la Fundación Vicente Ferrer. Y le ha tocado ver de todo y pelearse con el sida y la tuberculosis, que siempre agitan un cóctel difícil de digerir cuando se juntan con la pobreza. Pero ahora lidia con el más difícil todavía, con una pandemia mundial impredecible. Al frente del hospital de enfermedades infecciosas de Bathalapalli, ha pasado meses durísimos. Ahora, más tranquilo, confía en que la vacuna llegue pronto y sea eficaz y segura.

-¿Cómo es la situación que se está viviendo en su hospital?

-Desde abril, nuestro hospital ha dejado su labor asistencial normal y se ha convertido en un hospital monotemático para tratar pacientes con coronavirus. Médicos de todos los departamentos, incluidos cirujanos, anestesistas, traumatólogos y ginecólogos, han dejado de lado su especialidad, y están trabajando viendo pacientes con patología médica por covid-19. También hemos reorganizado toda la estructura del hospital. Prácticamente hemos doblado el número de camas sin aumentar el personal sanitario. La zona de consultas externas se ha convertido en el área de triaje, donde se toma la historia clínica, una radiografía de tórax y análisis de sangre. Según los resultados, clasificamos a los pacientes en cuatro categorías -leve, moderado, grave o muy grave- y se distribuyen en diferentes salas. También tenemos una sala especial para pacientes con VIH o tuberculosis que cogen el coronavirus. No es una situación normal, pero hemos tenido que adaptarnos a las circunstancias. Por ejemplo, los pacientes leves son tratados en lo que era el dormitorio de las estudiantes de enfermería y, si empeora el cuadro clínico, son trasladados a una sala del hospital.

-India será pronto el país con más contagios, pero tiene índices de recuperación más altos. ¿A qué lo achacan?

-Con 1.380 millones de personas, la India es un país con una densidad de población muy alta, sobre todo en grandes ciudades, lo que hace que el virus se propague rápidamente. Las zonas rurales también están muy pobladas (dos tercios de la población viven en ellas), pero el contacto con el exterior es más limitado y la transmisión, más lenta. La ventaja que tenemos es que la población es más joven comparada con Europa, y eso hace que la mortalidad del virus sea más baja que en otros países. De todas formas, tengo que decir que aquí la prevalencia de diabetes e hipertensión es muy alta, y muchos de los pacientes graves que vemos son varones de mediana edad.

-Creo que hubo momentos en que algunos hospitales no atendían a pacientes covid y solo ustedes lo hacían.

-La epidemia en la India empezó más tarde que en España. La información que teníamos del virus era terrorífica. Nos llegaban noticias de la alta mortalidad que había en Europa y Nueva York. Incluso corrían rumores de que la mortalidad en China había sido mucho más alta que la admitida, porque se veían millones de números de móvil que se habían dado de baja. También sabíamos que el personal sanitario era el primero en caer, y al principio no teníamos muchas medidas de protección, porque mucha gente había ido a las farmacias a comprar todas las mascarillas y guantes que encontraban. Además, la mayoría de los hospitales en la India no son como en España. En vez de habitaciones dobles o individuales, los pacientes están hacinados en grandes salas, donde la transmisión del virus es mucho más fácil. En esta situación de pánico, los hospitales cerraron. Se paró todo, las consultas externas, la actividad quirúrgica, incluso los ingresos médicos. Todo.

-¿Cómo es posible que ocurra eso?

-A mí me parecía increíble. ¿Dónde se iban a tratar todos los pacientes con covid-19 que necesitaban oxígeno y tratamiento urgente? ¿Dónde iban a parir las mujeres embarazadas, o los pacientes con otras enfermedades? En este momento fue cuando la Fundación Vicente Ferrer dio un paso adelante y ofrecimos el hospital de Bathalapalli, donde trabajo yo, para tratar pacientes con covid-19, y nuestro hospital de Kalyandurg para tratar pacientes con otras enfermedades.

-¿Y cómo fue afrontar solos semejante situación?

-Mirando al pasado, creo que tomamos la decisión correcta, pero fueron momentos muy duros. Hay que tener en cuenta que la información que teníamos del virus no era muy halagüeña. Había miedo, y muchos trabajadores del hospital dimitieron o se negaban a trabajar. Los que querían trabajar, eran discriminados cuando iban a sus casas. Los familiares les presionaban para dimitir, los vecinos les gritaban que se fueran, o incluso no les dejaban entrar en el pueblo. Comprendimos que no se trataba tan solo de un problema médico.

-¿Cuál fue su siguiente paso?

-Trabajadores sociales de la fundación empezaron una labor de educación para parar la discriminación a nuestro personal sanitario. Más aún, toda la maquinaria de la red de la Fundación Vicente Ferrer en los pueblos se concentró en explicar cómo se transmitía la enfermedad, qué medidas había que tomar para prevenirla, y cómo ayudar a las personas que se ponían enfermas. En el hospital, ante la falta de medios de protección, comenzamos a coser mascarillas de tela con material resistente que encontramos en los quirófanos, y usábamos folios de plástico transparente para protegernos la cara. Tuvimos que hacer una labor enorme para motivar a los trabajadores sanitarios. Con mi mujer, Ketty, que también es médico, preparamos sesiones clínicas y protocolos médicos de actuación basados en los estudios que había publicados en ese entonces. Formamos un pequeño grupo que estaba dispuesto a enfrentarse a la covid-19, y gradualmente a ese núcleo se fue incorporando más gente. Poco a poco, comenzamos a conocer la enfermedad. Veíamos que la mayoría de los pacientes respondía al tratamiento, y eso nos motivaba aún más. Ahora me siento enormemente orgulloso de nuestro equipo de trabajadores sanitarios de la Fundación, que respondió tan bien en momentos muy difíciles.

-¿Disponen de medios suficientes? ¿Es precisamente ahora más que nunca cuando se necesita que llegue ayuda de nuevos socios a la Fundación?

-Hay que pensar que el problema no es solo sanitario. En la India rural, la mayoría de la gente trabaja como jornaleros, sin ningún contrato ni seguridad social. Si trabajas, cobras unos cinco euros por día. Si no trabajas, no tienes nada para dar a tu familia. El virus, el confinamiento y la dificultad para trasladarse de un sitio a otro han intensificado todavía más los problemas que ya existían, y ha deprimido muchísimo la economía en nuestra zona, que ya era muy pobre.

-¿Qué se está haciendo bien en India?, ¿qué no?, ¿qué hay que mejorar?

-La India es un país muy complejo, en realidad hay muchas "indias". El coronavirus ha supuesto una prueba muy dura para todos los que vivimos aquí, y tengo que decir que con los medios que tenemos estoy gratamente sorprendido de cómo ha reaccionado el Gobierno y la sociedad india en general. He visto gente que se ha aprovechado sin escrúpulos de la situación extrema que vivimos, sobre todo en el sector sanitario privado, pero cuando la epidemia empezó creía que todo iba a ser mucho más caótico. Ahora, cuando vas por la calle, la mayoría lleva mascarilla y la discriminación por el virus ha disminuido. En nuestro hospital vivimos momentos muy difíciles en los que todas las camas estaban llenas y no dábamos abasto. Ahora el número de casos sigue aumentando, pero el Gobierno ha sabido adaptarse y ha abierto un gran número de camas para pacientes con covid-19, con lo que nuestra presión asistencial ha mejorado un poco. Tengo la esperanza de que después que pase todo esto, el Gobierno se dé cuenta de que hace falta fortalecer el sector sanitario público, porque el coronavirus ha demostrado que no podemos depender de la sanidad privada.

-¿Con qué perspectiva mira al futuro?, ¿ve próxima la vacuna?, ¿ve factible que pueda llegar a una población empobrecida como la india?

-Creo que sin una vacuna no podremos volver a la vida normal, la vida antes de la epidemia. Pero no va a ser un camino fácil porque los países están utilizando la vacuna como arma política, y eso puede llevar a que aparezcan vacunas que no sean del todo seguras o del todo eficaces. Yo espero que tengamos suerte y que acertemos con la primera vacuna que esté disponible, porque, si no, se puede crear una gran desconfianza en la población que haga el proceso de vacunación mucho más difícil. Por otro lado, el gran esfuerzo que se está haciendo para encontrar una vacuna de una enfermedad infecciosa que empezó primero en países más desarrollados va a beneficiar a países con menos recursos. Está claro que ni la inversión económica ni el esfuerzo técnico hubieran sido los mismos si hubiera sido una epidemia concentrada en países más pobres. Además, se están investigando nuevas formas de desarrollar vacunas, lo que en un futuro podría ser beneficioso para prevenir otras enfermedades infecciosas más prevalentes en países en vías de desarrollo como la tuberculosis, el dengue, la malaria, o incluso el VIH. Quién sabe, quizás podemos sacar algo positivo de todo esto.

 

Foto Angel