Desde la RIA, Red Ignaciana de Asturias, nos adjuntan el siguiente artículo del P. Al Fritsch, SJ, publicado por http://www.ecojesuit.com en su Newsletter del 31 de Enero 2014:
Un Cristiano que no es un revolucionario hoy en día no es Cristiano. Papa Francisco
Al Fritsch, SJ
Ser Cristiano implica obediencia. Es más fácil obedecer a un superior que nos gusta a menos que torne algo agradable en algo difícil. Los jesuitas, con nuestro voto especial, se nos hace más fácil obedecer y seguir a este Papa afable cuando se nos pide que seamos revolucionarios, pero, cuando ponemos el “eco-” delante, ¿es fácil seguirlo? Personalmente, comparto con Francisco que soy jesuita, químico, activista y amigo de Facebook, sin embargo, el me anima a hacer más: dedicación extraordinaria, intensa concentración, y cooperar con la comunidad/equipo. Estamos llamados a sanar nuestra tierra herida en esta época del cambio climático antropogénico. Esta es una tarea monumental y nos preguntamos si es posible hacer una marca visible de nuestra labor, para ser un buen ejemplo, para hacer frente a los culpables, y para cambiar una inclinación cultura hacia la auto-destrucción. Tarea difícil.
En el fondo, somos activistas con el nombre de “Jesús” en el título de nuestra Compañía, porque el que se enfrentó a los fariseos ES (no era) un activista. Jesús sigue estando dentro de su Cuerpo místico extendiendo su presencia a través de nosotros como ministros del Evangelio. Si Jesús se identifica con los que sufren hoy en día, también se identifica con los que tienen que tratar de hacer lo que Él hizo hace 2000 años, cuando limpió la casa de su Padre,una casa de oración (Lucas 19:46) para todos los pueblos (Isaías 56: 7).
En el discurso de Francisco a la Convención Diocesana Anual en Roma el último 17 de junio, sus palabras van más allá de esa ciudad y tienen una aplicación global, porque AQUÍ está mucho más allá de Roma, AHORA es un mundo afligido en necesidad urgente, y NOSOTROS somos toda la familia cristiana que necesita desesperadamente la gracia de Dios en nuestras acciones. Estas fueron sus palabras:
1. AQUÍ – Llevar la promesa de la salvación a los pobres, a los infelices, y a los que sufren.
2. AHORA – Los pobres son los primeros que necesitan y merecen la buena noticia.
3. NOSOTROS – Nuestra revolución se enfoca en cambiar los corazones.
4. Empoderamiento por DIOS – Dejar la comodidad de las parroquias e ir a las calles y compartir la Buena Nueva con otros. Y termina con una cita de Mateo 25: “Porque tuve hambre, y me disteis de comer”.
Extendemos este mensaje para ser eco-revolucionarios en el entorno en el que estamos cada uno de nosotros, somos sensibles a la brevedad del tiempo (Salmo 90:12) y la enormidad de las tareas que tenemos ante nosotros. El encargo que nos hace el Papa es más que un ejercicio académico o nebuloso, nos arroja a los pies de Jesús y de su Madre, los primeros revolucionarios verdaderamente cristianos, para permitirnos intentar seguir sus pasos hacia el calvario, ahora extendido en el espacio y el tiempo. A través de los medios de comunicación modernos e internet, los más lejanos confines de la tierra están llamando a nuestra puerta haciendo señas a nuestra creciente solidaridad. Vamos a aplicar nuestro instrumento; los Ejercicios Espirituales:
Primera Semana: Nuestra hermosa y frágil tierra está herida AQUÍ ante nuestros ojos. Nuestra espléndida Tierra, producto de miles de millones de años de evolución, está en peligro en este momento final de una era geológica por las acciones de unos pocos codiciosos y privilegiados, que se les permite satisfacer sus extravagancias por un silencio imprudente y complaciente. El agotamiento de los recursos, los residuos y la contaminación deberían ser motivo para poner el grito en el cielo y que estas acciones se detengan por cualquier medio legítimo, incluso hasta el punto de la desobediencia civil. A través de un enfoque de abajo-a-tierra, que los servidores de la creación debemos ver con más claridad, y hacer algo más que observar. En este nivel básico, aceptamos nuestras propias faltas por comisión y omisión, y tenemos determinación para cambiar nuestras prácticas, aunque no negamos que seamos engañados por los comerciantes de la duda que se rigen por los beneficios materiales.
Segunda Semana: El cambio es urgentemente necesario AHORA. El tiempo es esencial para encontrar salidas y adoptar medidas significativas para salvar nuestra Tierra herida. Los eventos catastróficos que aparecen causados por el aumento continuo de emisiones de gases de efecto invernadero son solo una parte de lo que se vislumbra si vamos más allá de este horizonte. Los individuos y los grupos pequeños que padecen más directamente estos eventos se enfrentan a la realidad de que sus pequeños esfuerzos son limitados ante esta crisis global. Las tecnologías apropiadas son buenas, pero deben perfeccionarse, y esto conlleva un tiempo precioso. Una economía de consumo sin respuesta es una de las causas de la crisis y debe ser enfrentada con franqueza, incluso con el riesgo de que nos designen como antipatriotas; una cultura mundana atrae a los ricos a derrochar y no compartir con los que sufren necesidades esenciales. Se reflexiona sobre las palabras y acciones de Jesús, su ministerio en la tierra nos enseña a compartir, para tocar los corazones con el amor, y para alimentar a los hambrientos.
Tercera semana: ESTAMOS llamados a actuar en solidaridad. En este nivel de conciencia ecológica, no podemos perder el tiempo esperando a que el rico entregue sus privilegios. La buena noticia es que el pobre puede actuar a través de la unión de sus recursos, ya que tenemos la opción de Dios ante nosotros. Como verdaderos revolucionarios, escuchamos a María y nos unimos en el apoyo de los humildes y quitar de sus tronos a los poderosos (Lucas 01:52). La buena noticia es que los pobres tienen la clave para cambiar las cosas; la dura noticia es que sufrimos de adicción social por los productos de consumo y por lo tanto todos somos los pobres. En un momento de gracia, vemos que sufrimos con Jesús en el calvario. Nuestros hermanos y hermanas materialmente pobres nos recuerdan en qué tenemos que estar enfocados y evitar la tentación de escapar hacia otros problemas secundarios. En un momento de gracia, reconocemos nuestra condición y nos hace volvernos a Dios.
Cuarta Semana: EL OTRO está en el corazón de la eco-empoderamiento. Un cambio dirigido por y para los pobres minimiza el elitismo y el materialismo de la motivación económica de los individuos y alcanza el éxito en el crecimiento de todos nosotros unidos como un solo Cuerpo. No somos privilegiados para estar por encima de los demás en intelecto, riqueza o fama, pero podemos cambiar para ser gente tan pobres que trabajemos juntos para completar lo que falta a las tribulaciones de Cristo a favor de su cuerpo, que es la Iglesia (Colosenses 1:24). Al darnos cuenta de nuestro empobrecimiento nos abrimos al poder de Dios para que nos ayude a la renovación y a la resurrección (Romanos 1:04). Nuestros actos están dirigidos a ahorrar en un medio ambiente dañado y proporcionar elementos esenciales de la vida a los pobres. El fin último de nuestra salvación colectiva es que todos estén en Cristo (Efesios 1:12).
Vamos a concluir con una contemplación del Amor de Dios extendida a nuestro prójimo que sufre, no sólo los que viven hoy en día, sino además las generaciones potencialmente pobres del mañana. Las predicciones actuales nos alarma, y la prudencia nos lleva a prestar máxima atención. Entre los portadores de este tipo de noticias está el reciente informe de US Energy Information Administration, International Energy Outlook 2013, que predice un aumento global del 56% en el consumo de energía en 2040, siendo estimado que todavía el 80% de esta energía será producida por combustibles fósiles que emiten gases de efecto invernadero. Se espera que las emisiones de dióxido de carbono lleguen a 45 mil millones de toneladas métricas en 2040, un incremento del 46% desde 2010. La contención del consumo en América del Norte y Europa lo hará con un poco más de lentitud que este aumento, ya que la mayor parte del aumento lo producirán países que están en desarrollo. Los terribles y funestos pronósticos de calentamiento global se acercan poco más allá de nuestro ciclo vital.
Afirmamos con confianza de que todavía podemos salvar nuestra Tierra herida, pero llevará un esfuerzo masivo por parte de todas las personas que la habitamos, un cambio de corazón, una revolución. Los jesuitas pueden tener un papel activo si dejamos de fingir y nos tomamos este asunto en serio, junto con el 97% de los científicos de nuestro planeta. Necesitamos apoyarnos los unos a los otros, ya que nada de lo que hacemos es perfecto, y es un trabajo que está en continuo progreso.
Unirse a Francisco es una misión verdaderamente ignaciana. Responder a la llamada puede ser gratificante, pero el trabajo implica incomodidad. Sí, como comunidad, estamos llamados a ser eco-revolucionarios, no es tal vez lo más estupendo (para otros tienen grandes obsequios), pero eso está bien. Sin embargo, vamos a ser los primeros en responder en el tiempo porque eso es la vocación de la Compañía.