"Hay que saber escuchar; si escuchas más que hablas no cometes errores"
Cuca ALONSO. Es, sin duda, el empresario del momento. Éxitos y galardones responden de su trayectoria profesional, sin que con ello haya modificado en un ápice la sencillez de su personalidad. Sigue siendo aquel chaval simpático y asequible, libre de complicaciones. Llegó en su Vespa roja, casi una reliquia: "Me la regaló Macarena en 1981 y aún anda".
-Por favor, defínase.
- Nací en Gijón (1953) y estudié en los Jesuitas. Creo que Chema Cabezudo, Alfonso Peláez, Luis Amado y yo somos de los pocos que desde los cinco años hasta el final del Bachiller estuvimos juntos. Me considero constante, disciplinado y tenaz; si tengo clara una idea entro con ella por una pared. Estoy casado y tengo dos hijas.
-¿Cómo lleva lo de ser una referencia empresarial?
-No me gusta ser ejemplo de nada. Lo que siento es que nuestra empresa sea única, me gustaría que hubiera muchas más.
-¿Qué significa el nombre de Zitrón?
-Nietos Ortiz, al revés. Antes la sociedad se llamaba, Ortiz Sobrinos, dedicada a la minería del carbón. La primera piedra del negocio la puso mi padre, Aurelio Fernández Escandón, que veía mucho futuro en la mecanización de las minas.
-¿Zitrón supuso su bautismo profesional?
-No, antes, en 1981, trabajé en una empresa de sondeos, buscando gas en los Pirineos; primero en Aoiz, Navarra, y después en Jaca. Poco después llegué a Zitrón, que ya tiene 51 años.
-Y fue usted el impulsor de su despegue...
-Más bien del cambio. En 1991 me nombraron gerente; la minería ya iba mal y era necesaria una alternativa. Nos dedicamos a la ventilación de túneles. Hoy somos reconocidos mundialmente. Acabo de firmar toda la ventilación del Metro de Londres.
-¿En cuántos países trabajan?
-Tenemos fábrica en Australia, India, Holanda, y Chile. Y oficinas en Moscú, Turquía y Francia. Facturamos 60 millones de euros al año, que comparados con las cifras de los grandes grupos no es mucho, pero sostenemos una plantilla de 280 personas.
-¿Cuál es el secreto de su éxito?
-Creo que el saber rodearme de gente muy buena y competente. De otro modo, yo estoy todo el día inventando. Si no lo haces te quedas atrás porque la competencia no para.
- ¿Qué expectativas le ofrece Asturias?
-No muy buenas. Asturias ya no fabrica casi nada, la mayoría de los negocios son de comprar y vender. La juventud se está yendo y todo el conocimiento que había poco a poco se pierde.
-¿A usted qué le carga de energía?
-En verano, el paseo por la orilla de la playa de San Lorenzo, desde el Piles a San Pedro, aunque esté nublado. Por el invierno el esquí.
-¿Quién ha sido su maestro?
-Aprendí mucho de Joaquín Cortina, mi antecesor en Zitrón; con mi padre no tuve oportunidad de coincidir profesionalmente.
-¿Cuál es para usted el mejor momento del día?
-Al acabar la jornada, cuando al fin llega el reposo del guerrero.
- ¿Y su mayor virtud?
-Creo que sé escuchar. Si escuchas más que hablas, no se cometen errores.
-¿Políticamente, dónde está?
-En la derecha, creo que son los que mejor manejan la economía, pero mantengo excelentes relaciones con la gente del PSOE, desde el presidente, Javier Fernández, a varios consejeros.
- En cuanto al deporte, ¿tiene alguna frustración?
-Sí, yo jugaba bien al fútbol y tuve que dejarlo por los estudios. Así que me quedé con la duda de si hubiera llegado a ser un buen futbolista.
-Mi vara mágica le concede tres deseos, elija...
-Me gustaría que Zitrón creciera más. Que se acabara el desempleo en Asturias y que el Sporting, después de subir a Primera División, fuera campeón de liga. Por pedir... Lo pintoresco es que el novio de mi hija, carbayón, me ha regalado acciones del Oviedo.
-¿Ya tiene usted un delfín, en Zitrón?
-No, eso depende de los accionistas y del consejo. Yo ahí no pinto nada.
-¿Se siente plenamente satisfecho de su gestión?
-Más que satisfecho, orgulloso. Pero no sólo por Zitrón sino por dos sociedades quebradas que logré levantar y hoy están en pleno funcionamiento y dando dinero; una en Holanda y la otra en Alemania.
- ¿Cuál es el último beso que ha dado?
-A mi mujer, el sábado...