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Esta Noticia fue editada el: 22-11-2015

Entrevista al P. Inocencio Martín S.J. en la prensa max-width=

(El Comercio)

"El estilo del Papa Francisco lleva todo un mensaje, no es postureo"

Alaba al Papa, reconoce que la Iglesia "se ha dormido en los laureles» y que son necesarias "reformas" para olvidar "una imagen demasiado formal o distante"

Inocencio Martín Vicente Coordinador de los jesuitas

ANA SALAS OVIEDO - Inocencio Martín Vicente, "Chencho", acaba de cumplir 50 años como jesuita. Nació en Ciudad Rodrigo, en Salamanca, hace 70 años, y allí ingresó en la Compañía de Jesús. Durante 20 años se ha dedicado a formar a jóvenes jesuitas. Lleva un año como superior pro-delegado de la Plataforma Apostólica de Asturias. Preocupado por la situación de la Iglesia y por el "maltrato" a un planeta que "exprimimos tanto que le estamos quitando la vida", se muestra optimista por los cambios impulsados por el Papa Francisco.

"No se puede entender Europa sin la religión"

-Acaba de celebrar 50 años como jesuita. ¿Qué balance hace?
La palabra es gratitud, agradecimiento por tantas cosas buenas que he vivido.

-¿Cuáles han sido sus hitos?
He sido mucho tiempo formador de los jóvenes jesuitas. He estado 20 años formando, ayudándoles a crecer en su vocación, a salir al paso de sus crisis, dificultades, ahogos... El arma que he utilizado ha sido la escucha, estar atento qué se cuece en su interior y aplicar el sentido común.

-¿Una tarea difícil?
Llegan en un contexto social y cultural muy distinto en el que yo llegué. Viene de una sociedad muy secular, plural, diversa, con muchos esquemas y hacerse paso en medio de la marabunta. Ser jesuita, cuesta. Ahora los que vienen, lo hacen con bastante edad. Puede que tengan más de 30, con mucha experiencia de vida, normalmente con carrera universitaria. Y aún así tienen que estar receptivos a lo que supone una nueva forma de entender la vida.

-¿Qué otros cambios ha notado?
Sobre todo, culturales y sociológicos. El joven viene de un mundo muy poco religioso, muy secular, un mundo donde lo religioso no se cotiza. A veces encuentra cierta hostilidad, empezando por la familia. Primero la dificultad de decidirse y segundo, el hecho de empezar casi de nuevo a reconstruir ese sujeto desde el punto de vista jesuítico.

-Serán menos.
Muchos menos. Se habla de la crisis vocacional pero también es verdad que hay menos jóvenes.

-También de crisis religiosa.
Claro. Antes la sociedad era más religiosa. El problema ocurre en Europa, no en el resto del mundo. Europa, de alguna manera, que nació con valores cristianos, se aleja. Vivimos en una sociedad de consumo, con una serie de valores o antivalores muy arraigados, de cierto nivel de vida que dificultad la austeridad de una vocación.

-La Iglesia tendrá alguna responsabilidad.
Forma parte de esa sociedad. A veces se dice que el producto que tenemos es bueno y la marca es mala. Creo que la Iglesia se ha acomodado, ha tenido formas lejanas, se ha montado una especie de imagen demasiado formal o distante. Hemos adoptado formas apartándonos del mensaje que implica sencillez. De alguna manera lo que el Papa Francisco insistentemente dice. La Iglesia se ha alejado en sus formas del estilo pobre, sencillo, humilde, de un Jesús del Evangelio.

-¿Subsanarán esos errores?
Creo que los errores no se van a subsanar en su radicalidad porque la Iglesia también es humana. Creo que mejorará pero una Iglesia perfecta no va a haber porque el ser humano es como es. Creo que estamos en el camino de mejorar la marca.

-¿Cómo se mejora esa marca, con un Papa jesuita?
Ahora es jesuita, pero no se trata de eso. El asunto está en que es necesaria una reforma de las estructuras de la Iglesia y la aplicación de la doctrina.

-¿En qué sentido?
La curia vaticana, más transparencia en los dineros, mayor implicación de los laicos en el gobierno de la iglesia, de la mujer en una posición de igualdad en cuanto a la gestión. La reforma que quiere Francisco y debe hacer la Iglesia es concebirla como pueblo de Dios. El pueblo de Dios no son solo los curas, el Papa, los cardenales o los obispos, es todo el pueblo de Dios.

-¿La sociedad?
La sociedad puede ser pueblo de Dios o de Buda. Nosotros entendemos aquel pueblo que aplica, sigue la doctrina y el modo de Jesucristo. En la sociedad hay muchas opciones. Lo que quiere el Papa es una concepción envolvente, que no solo se dirija por una parte del pueblo sino por todos los fieles.

-¿Y así se quede en la Iglesia?
Es posible. El Evangelio se propone pero no se impone. Una manera de proponer es que este pueblo que se siente cristiano participe en el funcionamiento de la Iglesia y que la opción católica sea relevante. El problema que tenemos es que somos cristianos sociológicos, porque nos ha hecho la cultura, pero no por opción personal. Vamos hacia un cristianismo más personalizado. Cuántas veces se bautizaron, se casaron porque así era la tradición y la costumbre. Yo no preveo una masiva adhesión a la Iglesia por mucho que cambien las formas.

-El Papa Francisco lo intenta. ¿Pretende cambiar esa marca de la que usted habla?
Sí.

-¿Qué es lo que más le sorprende?
Hace cosas muy normales. No utiliza zapatos rojos, se le ve con gestos muy humanos, muy cercanos, besa cuando hay que besar, abraza cuando hay que abrazar, se ríe. Es muy humano en sus gestos. El modo de ejercer el papado lo ha aproximado tanto que lo ha desmitificado en sus formas. Así funcionaba en Buenos Aires. Era un obispo sin coche, que iba en autobús, en metro o andando. Es un estilo que lleva todo un mensaje, y lo hace con mucha naturalidad, sin llamar la atención. No es postureo. Tiene muy fija la imagen de un Jesús desprovisto de las cosas que supongan distinción o lujo. También la libertad de espíritu con la que está funcionando. Hay resistencias pero tiene muy claro lo que pretende, que es ofrecer al mundo una Iglesia más libre, transparente y sencilla.

-¿Por qué antes no ha sido así?
Porque los cambios en la iglesia son lentos. El Concilio Vaticano II terminó en 1965 supuso un aire fresco y una novedad que no se había hecho antes. Dicen que los concilios para que se note el impacto exigen 50 o 60 años. A lo mejor nos hemos dormido en los laureles y hemos dejado el impulso innovador y reformista que supuso. Lo que hace Francisco ahora, iniciado por Benedicto XVI, es leer de nuevo el concilio y volverlo a impulsar.

-¿Qué es ser jesuita?
Nuestra casa es el mundo, y nuestra salvación está en la ayuda y el servicio a los demás. Ha interiorizado la vida de Jesús y la ha interiorizado. Es aquél que busca a Dios en todas las cosas y situaciones, sobre todo en las que hay necesidades tanto existencial como material.

-¿Cuál es la que más falta?
La material. Muchos millones de personas pasan hambre, hay situaciones de desigualdad y violencia. Fíjate lo que ocurre en el mundo en este momento.

-Hay pánico en Europa.
Eso se venía fraguando. Lo de París ha sido tremendo pero pasan desapercibidas muchas muertes en los países musulmanes. La primera víctima del yihadismo no es Europa son los mismos países musulmanes. Los refugiados huyen de la guerra que hay en sus países. Nos alarmamos y suprimimos partidos por miedo a una bomba, y hacemos muy bien, pero atentados así ocurren a diario en otras partes del mundo que, como están lejos, no nos preocupan.

Foto Angel