Hoy tuvo lugar el entierro de las cenizas del P. Ángel Cuesta en San Martin de Torres, León.
Hasta allí se trasladó en autobús una importante delegación de amigos que quiso acompañar a sus familiares en este último acto de despedida.
Compartimos con vosotros las ofrendas hechas por Paula Fernández (p.1989).
CURI
Paula Fernández (p.1989)
Vivió en Gijón un jesuita nacido en San Martín que fue en La Inmaculada profesor de latín y griego y entrenador de baloncesto e hizo para muchos de los que hoy estamos aquí presentes y cientos de ausentes, de su despacho nuestra segunda casa, un espacio donde reunirnos al son de buena música no solo para hablar de asignaturas ni de deportes, de notas o resultados, también de familia, amigos, de amores, alegrías y preocupaciones, emociones todas ellas desmesuradas como corresponde en época adolescente.
Aquel espacio donde nos evangelizaba a su manera, por aquel entonces sin darnos cuenta de ello, tuvo hasta nombre propio, el DesPachi, al igual que él pues todos sabíamos a quién se refería la persona que mencionara a El Cura antaño o al Curi después.
Fue por tanto en el colegio un formador en libertad y cristianismo que consiguió algo que para muchos resultaba impensable y para nosotros imprescindible que fue conectar con la juventud en todos los aspectos de la vida más allá de libros y balones.
Esas fuertes convicciones, y siempre de la mano de San Ignacio y su en todo amar y servir, las llevó a nuestra realidad arrancando iniciativas en las que sorprendentemente lograba involucrarnos por igual a jóvenes y no tan jóvenes del colegio, de la familia, del pueblo o de La Guía quienes convivimos con su ferviente fe en esos proyectos que casi siempre sacó adelante y a buen seguro que entre todos y en la medida de nuestras posibilidades conseguiremos que se prolonguen el tiempo.
Por él y por todo ello te ofrecemos Señor como homenaje esta gorra que cubrió durante años esa privilegiada y, porqué no decirlo pues hizo virtud de ella, terca cabeza de la que salieron diversidad de actividades al unísono con el corazón y conseguía sacar lo mejor de nosotros aplicando la máxima ignaciana de que fuéramos hombres y mujeres para los demás. Tildadas en ocasiones de descabelladas o apostadas como inalcanzables fue siempre su capacidad de ejemplo lo que le facilitó conseguir personas comprometidas que pudieron a base de su empeño y cabezonería sacarlas adelante, cierto es que sin faltar en ocasiones voces o exabruptos, pero siempre desde la convicción de alcanzar para todos el éxito.
A pesar de ir siempre con los tiempos o incluso adelantado pues fuiste un visionario, en cuanto a la tecnología siempre le fuiste fiel a la hora de diseñar y dar forma a esos proyectos primero y a organizarlos después, a tu inseparable tablilla. Bolígrafo y folios te bastaban para apoyarte y reunir la energía y las personas necesarias para darles pistoletazo de salida. Se la ofrecemos al Señor aún a riesgo de que nos quede en el tintero alguno ellos: Deportes, Bocatas, Fiestas, Torneos, Convivencias, Campamentos, Pascuas -en las que involucrabas a tu otra gente que como tu nos abrió aquí también las puertas de su corazón y casa-, Caminos de Santiago y Covadonga y cada Nochebuena. La utilizabas también para preparar las Eucaristías que celebramos en todos y cada uno de esos eventos así como las que celebrabas aquí, en tu Iglesia-en la vuestra-, en el Patronato y en la Guía.
Le ofrecemos al Señor también tus inseparables gafas aunque nunca te hiciesen falta para, más allá de modas ni dioptrías, ver el corazón de las personas y permitirnos sin pretensiones ni presunciones ver cuán grande fue el tuyo hacia Dios y hacia los demás. En alguna ocasión les habrían hecho falta a quienes no fueron capaces de ver el legado humano y espiritual que a tantos nos dejas como persona, jesuita y sacerdote desde la libertad responsable que siempre abanderaste y de la que confiamos hacer herederos a nuestros hijos.
Por eso ofrecemos a Julia, a quien dijiste de ella Ángel del Señor, como símbolo de todos los pequeños con la esperanza que todos sepamos hacer de ellos hombres y mujeres para los demás como antes lo hicieron nuestros padres y TÚ que como tal te sentimos sin necesidad de tener nuestra misma sangre.
Sangre de este vino y también pan que ahora también ofrecemos y que con gusto compartiremos con tu familia y con tu pueblo unidos en tu imborrable e intachable recuerdo porque aunque dejemos de verte Padre, Ángel, Gelucho, Cuesta, Pachi, Curi seguirás muy adentro nuestro.