Noticias / Entrevista a Rafael Puyol (p.1962) en la prensa
«Considero que la formación en el colegio de la Inmaculada fue muy correcta. Incluso mi propia vocación se fue decantando en esos años del Bachillerato».
Esta Noticia fue editada el: 25-08-2019

Entrevista a Rafael Puyol (p.1962) en la prensa max-width=

(La Nueva España

RAFAEL PUYOL | Exrector de la Universidad Complutense de Madrid y catedrático de Geografía e Historia

"En los sesenta, cada dos por tres estaba la Policía en el campus"

"Me obligaron a leer la tesis doctoral el día antes de casarme; después de la comida con el tribunal, me fui a comprar los zapatos para la boda"

 Manuel Noval Moro - El demógrafo Rafael Puyol, nacido en Gijón en 1945, tiene una dilatada carrera en su disciplina, de la que aún no se ha desvinculado. Fue catedrático de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid, y rector durante ocho años de esta institución, a la que estuvo vinculado la mayor parte de su trayectoria. Hoy es presidente del Consejo Asesor de una universidad privada por internet, Unir, y también preside la Asociación Española de Seniors, Secot.

Origen. "El apellido Puyol viene de mi abuelo, que procedía de Aragón. Se estableció aquí. Era un industrial con una tienda de producción agrícola en la calle San Miguel. Mi abuela sí es asturiana. Se casó con él, y mis padres, los dos, son asturianos. Mi padre, de Gijón, y mi madre, de Oviedo. Solo tuve una hermana. Vivía en la calle Covadonga con mis padres y, en una etapa en la que estaban fuera, con mis abuelos".

Infancia. "Fue una infancia como la de cualquier chaval a esas edades. Estudié en la Inmaculada. El régimen que los colegios tenían entonces era mucho más rígido que en la actualidad. Prácticamente teníamos actividad todos los días, incluidos los domingos, en los que nos proyectaban una película de cine, de vaqueros o de acción. Y si había una escena un poco escabrosa, se oscurecía. Considero que la formación en el colegio de la Inmaculada fue muy correcta. Nos la daban los propios jesuitas, había muy pocos profesores seglares. Incluso mi propia vocación se fue decantando en esos años del Bachillerato".

Adolescencia. "Son años de buenos amigos. En mi pandilla estaban Pedro de Silva, Jesús Fernández Valdés, Federico Abadías. Nos divertíamos mucho. Íbamos a bailar al Jardín. Además, formaba parte de la tuna del colegio. Tocaba la guitarra. Y estudiaba bastante bien. Jugaba al fútbol y al hockey sobre patines. Había una pequeña liguilla en Asturias, íbamos a Oviedo a jugar, donde hoy está el Reconquista, por cierto, y también a Mieres. Estábamos muy controlados en aquella época. Había que estar en casa a una hora determinada, y a medida que fuimos creciendo las salidas por la noche se iban alargando un poco. Pero tampoco de manera excesiva. Alguna vez si había una fiesta que se prolongaba llegábamos más tarde, pero no había en las familias la libertad que puede haber hoy".

Sin tele. "Había una ventaja. Solo empezó a llegar la televisión cuando teníamos 15 o 16 años. No éramos muy asiduos a la televisión porque en las casas no había. Entonces, salíamos mucho a la calle. Nos daba igual que lloviera, que hiciera sol, nos bañábamos, jugábamos un cuadrín. Uno de los primeros que tuvo televisión en casa fue Pedro de Silva, y entonces íbamos a su casa. También íbamos a guateques, unas veces en casa de unos y otras en casa de otros".

Vocación. "Acabé el Bachillerato en Gijón, me examiné de preuniversitario en Oviedo con 17 años y tenía claro que quería hacer alguna especialidad de la antigua Filosofía y Letras, que se dividía en dos años comunes y luego una especialidad que duraba tres años. Entonces, en Oviedo podía hacer los dos años comunes, pero yo quería hacer Geografía e Historia y no la había en Oviedo. Eso me obligó a salir de Asturias y elegí Madrid. En casa no hubo ningún problema. No tenía vocación de Filología Románica, que era la especialidad en Oviedo. Manifesté ese interés y no hubo problema".

Madrid. "En Madrid hice los tres años de Geografía e Historia en la Complutense, que ha sido mi Universidad para todo. Toda mi vida en la Universidad española transcurrió vinculada a la Complutense, hasta una época muy reciente en la que he tenido actividad en otras universidades. Cuando llegué, en 1963, tenía 18 años. Era el final de la época franquista, años bastante convulsos en los que proliferaban huelgas y manifestaciones. Yo asistí a aquella gran manifestación que se produjo en el 66 a raíz de la cual expedientaron a varios profesores universitarios. Éramos estudiantes, teníamos ansia de libertad, queríamos que llegase la democracia al país y, por lo tanto, participábamos con mayor o menor intensidad en aquellas manifestaciones y huelgas. La Universidad en el paso del franquismo a la democracia jugó un papel importante. Muchos profesores y asociaciones estudiantiles estaban en una posición más clandestina o más abierta, pero estaban ahí. La inmensa mayoría de los estudiantes participábamos".

Policía. "En los sesenta, había ansias de democracia, de que apareciesen los partidos políticos verdaderos. Cada dos por tres teníamos a la Policía en el campus. Incluso entraban en las facultades y se producían detenciones. Se producía la presencia de la famosa Policía Secreta. Siempre teníamos el temor de tener un secreta en la clase. Y muchas veces así sucedía. Había un cierto temor compensado a veces por tu juventud y tus ansias de libertad. A veces, el clima en el campus era de cierta tensión y cierto miedo. Pero todo eso lo compensaba el hecho de que eras una persona joven y querías que cambiasen las cosas. La mayoría de los estudiantes de mi curso estábamos en esa actitud".

Hacia la docencia. "En la carrera me decanté por la geografía humana y, dentro de ella, los estudios de población y la demografía. Mi memoria de licenciatura fue de hecho ya un estudio de población. Empecé a colaborar con un catedrático de Geografía, José Casas Torres, que junto con Manuel de Terán eran creadores de escuela. Él dirigía una ponencia de desarrollo regional, dentro del plan de desarrollo económico y social del país. Nos incorporó a algunos estudiantes que teníamos vocación por estos temas y ya en cuarto y en quinto estuve colaborando con pequeños trabajos e investigaciones. Cuando terminé la licenciatura hice mi tesina, y al siguiente año de haber terminado la carrera me incorporé como profesor. Fui profesor encargado de una asignatura desde los 23 años. Al mismo tiempo que era profesor empecé a preparar la tesis doctoral, y la leí en 1971. Tardé unos tres años en hacerla.

Matrimonio. "Hay una anécdota graciosa que en aquel momento no me hizo tanta gracia: que me obligaron a leer la tesis el día antes de casarme. Juntar dos actividades de esa envergadura en dos días seguidos fue complicado. Me casé con Lola Martínez Ferrando el 18 diciembre de 1971 y leí la tesis doctoral el día anterior. Mi director de tesis estaba empeñado en que no me podía casar de licenciado, que me tenía que casar de doctor, y forzó la máquina para que la leyese el día antes. Fueron días complicados. Me casé en Madrid y había que atender a la familia que venía de Gijón, empezando por mis padres, mi hermana y algunos primos. Tenía la lectura de una tesis seguida de una comida, porque era tradición que el que leía la tesis invitase a comer al tribunal. Cuando salía de la comida ya respiré y me pude dedicar a la familia. Esa misma tarde me compré los zapatos de la boda".

Oposición. "Mi primera oposición fue al CSIC. Saqué la primera plaza en torno a 1975, de funcionario en el Instituto de Geografía Aplicada. Yo me encargaba de la parte demográfica de los estudios. El consejo era la gran institución científica del país junto con las universidades, aunque no se puede decir que los centros estuviesen bien dotados. Había cierta penuria económica que había que suplir con buena voluntad. Por otro lado, tampoco en esa época las instituciones privadas apoyaban especialmente la investigación, y la ciencia que se hacía en España no tenía las condiciones de rigor, de buenos resultados, que permitiese que mucha gente se pudiera dedicar a esas tareas.

Publicaciones. "Aun así, hicimos nuestros pinitos, y empezamos a publicar. Yo lo hice en "Geográfica" y en "Estudios geográficos". Publicamos no solo de geografía, sino también de sociología y de economía. La población está presente en esos ámbitos. Al mismo tiempo que estaba en el CSIC era profesor, y compaginé investigación con actividad docente, hasta que saqué la plaza de adjunto en la Universidad, y tuve que elegir por incompatibilidad. Me decanté por la Universidad y desde entonces no la he dejado. Fue en 1976".

Cambio. "Por entonces se empezaba a notar el cambio en la política. En la Universidad existían grupos, movimientos, asociaciones que siempre estuvieron por el cambio político y, cuando este llegó, la Universidad sintió que había jugado un papel y cumplido con cierta misión. Personalmente, me quedaban dos escalones para llegar a la meta. Fueron años dedicados a la docencia y a la producción científica. Empecé publicando mi tesis y sacando mis primeros libros. Versaba sobre el sudeste español desde una perspectiva demográfica. Me llamó la atención la provincia de Almería, la parte del sudeste que había sido muy pobre históricamente, pero que en la época en la que yo la estudiaba estaba en plena transformación debido a la implantación de los cultivos enarenados y los cultivos bajo plástico. Fue una revolución agraria. Yo estudié las consecuencias que esa transformación había producido en la región.

Cátedra. "En 1978 hago mi oposición de agregado de Universidad. Había tres plazas y yo conseguí la de Madrid. Seguí trabajando en la Universidad Complutense hasta que sale una cátedra en la propia Universidad Complutense, y yo concurro a esa cátedra y la saco. Eso ocurrió en el año 1982, y en los años previos había hecho alguna incursión en el extranjero. Estuve en París y en Nottingham, y se notaba mucho la diferencia respecto a España. Aprendí a trabajar en equipo, a conocer las últimas tendencias, a manejar bibliografía en esos idiomas. Creo que esa presencia en el exterior me ayudó mucho".

Nueva legislación. "El año 1983 es importante para el mundo académico, porque se aprueba la reforma universitaria, que establece las normas para el funcionamiento de las universidades y que estuvo vigente hasta los primeros años del nuevo milenio. Tras esa ley entramos en una etapa completamente distinta. Los cargos académicos, de ser nombrados, ahora se elegían, en esa elección participaban todos los estamentos universitarios, y se establecieron los instrumentos sobre los cuales funcionaban las universidades: los departamentos universitarios, las juntas de las facultades, los claustros en cada una de las instituciones, es decir, entró en funcionamiento un nuevo procedimiento que cambió mucho la Universidad".

Masificación. "Esa etapa coincidió con la llegada de la masificación. Hubo que improvisar muchas cosas: se improvisaron universidades, profesores, no había recursos suficientes, y nos tuvimos que enfrentar a ese problema de crecimiento sin los medios adecuados y sin estar preparados para esta irrupción tan fuerte. Es la época que llamamos de la cantidad. Fue una época con luces y sombras. Por un lado, era bueno que llegase más gente a la Universidad, pero por otro los productos que la Universidad podía ofrecer no siempre tenían la calidad suficiente. Y muchas veces eso se basaba en la improvisación, y la falta de recursos impedía tener dotaciones suficientes para que aquello funcionase de una manera normal.

Fase de gestión. A finales de los ochenta, fui ocupando diferentes cargos académicos. Fui vicedecano de la Facultad de Geografía e Historia. Después vicerrector en la Universidad Complutense, en cuyo puesto me mantuve ocho años, y por fin en 1995 me presenté a rector. Había ocho candidatos, y para la segunda vuelta quedamos Juan Mayor, catedrático de Psicología, y yo, que fui el ganador. Cuatro años más tarde me volví a presentar y gané por mayoría absoluta. Estuve ocho años porque la ley limitaba a dos mandatos, pero no hubiera seguido, porque consideré que lo que no haces en ocho años difícilmente puedes hacerlo en más. Y luego gobernar una Universidad tan grande como la Complutense es complicado. En aquella época había casi 125.000 alumnos, 6.000 profesores y 3.000 personas de administración y servicios.

 

 

Foto Angel