Noticias / Tras sesenta años de formativo servicio a la juventud, cierra el Club Vanguardia
Esta Noticia fue editada el: 14-01-2012

Tras sesenta años de formativo servicio a la juventud, cierra el Club Vanguardia max-width=

A lo largo de los últimos 61 años la Vanguardia Social Astur (nacida como Vanguardia Obrera) aglutinó en Gijón a cientos de personas en torno a los principios que emanaban de la encíclica «Rerum novarum» que había escrito, en 1891, el Papa León XIII para tratar de reconducir por la senda cristiana la inquietud social de la llamada «cuestión obrera» surgida de la Revolución industrial decimonónica.

El pasado día 11 de enero, la Vanguardia Social Astur puso punto final a sus actividades, que desde mediados de los años cincuenta del siglo pasado desarrollaba entre las calles de Cabrales, de San Agustín y de Joaquín Fernández Acebal, donde en 1912 se había establecido, merced a una donación, el Centro de Acción Social Católica.

Eutiquio García González tiene 70 años de edad y a los 15 entró en Vanguardia. Vocal de su última directiva, explica que los motivos de la decisión de poner fin a Vanguardia comenzaron «en el año 2000, cuando se venía observando, y se discutía desde años antes, que había una decaída del espíritu de Vanguardia y faltaba la incorporación de gente joven».

Tras una asamblea «de la que salieron ideas para salir del marasmo, quedó un grupo de personas ya mayores, pero no sólo eran necesarias las ideas, también personas para desarrollarlas, y ahí vino un poco el fallo». En los últimos doce años, la idea de «ayudar a la gente necesitada, a los inmigrantes, etcétera» se desarrolló por ese grupo de personas y, como prosigue relatando Eutiquio García González, «se atendió a más de dos mil familias y se repartieron más de 480.000 kilogramos de alimentos y también ropa, pero suponía un trabajo muy fuerte y debido a la edad del grupo y a la falta de renovación vimos que no podíamos seguir desarrollando la acción de manera eficiente, por eso se tomó la decisión de cerrar Vanguardia».

Era el último centro Vanguardia que quedaba en España y que tenía «doce socios con todos los derechos reconocidos estatutariamente y luego unos cincuenta simpatizantes», explica Eutiquio García. La financiación para ejercer su función social corría a cargo de los socios y de los simpatizantes, de algunas donaciones particulares «y últimamente de unos 2.400 euros del Ayuntamiento de Gijón».

Figura trascendental de Vanguardia fue un padre jesuita nacido en Colunga: Joaquín García Granda, de quien este año se cumplirá el primer centenario de su nacimiento y los 25 años de su muerte. «La primera semilla de Vanguardia nació en Madrid, inspirada en el movimiento de la Juventud Obrera Católica (JOC), y la pusieron Joaquín García Granda y un tío suyo, que era jesuita también. Luego se extendió por varias regiones de España y en 1951 el padre Granda vino a Gijón, a la Fundación Revillagigedo, en El Natahoyo, donde organizó, como congregación mariana, Vanguardia Obrera con dos secciones, la juvenil y la familiar, y siempre con un jesuita de consiliario», subraya Eutiquio García.

«El padre Granda era un hombre fenomenal, era un paisano, quiero decir, no era la perfección absoluta, pero era de los que hoy no hay ni como cura», señala Eutiquio García, quien, además, destaca del jesuita fallecido en 1987 «la tremenda dedicación que tenía a la gente y a la causa, y siempre llevó el espíritu de pobreza a rajatabla, aunque también era un hombre de carácter; fue un forjador de personas».

En El Natahoyo permaneció la sede de Vanguardia unos cinco años «y fue allí el verdadero germen y el espíritu primitivo de Vanguardia, con células que eran profundamente obreras de los chavales que estaban estudiando y luego iban a trabajar a la Fábrica de Moreda y a los astilleros», recuerda Eutiquio García.

Y de lo que se trataba, prosigue, «era implicarse en la solución de los problemas que había en el entorno, y con unas esencias arrastradas del jocismo: ver, juzgar y actuar. Formar a la gente en la dedicación y el servicio a los demás y en el esmero para ser ejemplo de buenos profesionales».

En torno al año 1957 el padre Granda fue destinado al centro social católico de la calle de Cabrales, y allí llevó la sede de Vanguardia, que con el transcurrir de los años se convertiría, por ejemplo, en un centro de referencia deportivo, especialmente en fútbol.

«El deporte era importante, pero la sección deportiva era un medio, no un fin, de captación y formación de la gente, pero cuando ya no fue así directivas anteriores, con buen criterio, decidieron -recuerda Eutiquio García- acabar con la sección, ya que lo que pretendíamos era formar personas, no tener un equipo de fútbol más de Gijón».

Finalmente, Eutiquio García, sobre lo que significó Vanguardia en Gijón, destaca «un movimiento en el que participó mucha gente y que, del alguna manera, dejó una semilla de formación humana. Una institución que desde el humanismo cristiano se preocupó por los demás, lo que hoy, desgraciadamente, está en decadencia; el egoísmo impera».

Ricardo Menéndez Rayo se hizo miembro de Vanguardia en 1962 y desde agosto de 2010 es el presidente del patronato que rige la fundación creada en 1912 tras la donación de Bárbara Valdés Hevia que puso en marcha el Centro de Acción Social Católica de la calle de Cabrales. A mediados de los años setenta del siglo pasado el viejo edificio fue derribado (lo mismo que el cine Ideal, que pertenecía a dicha institución, aunque no lo explotaba directamente) y se levantó otro inmueble, que fue en el que tuvo su sede Vanguardia hasta el pasado 11 de enero.

En sus cuatro plantas la fundación ejerce, como explica Ricardo Menéndez, «como una especie de hotel de asociaciones, un paraguas para dar cobertura a grupos que encajen en los principios fundacionales». Así, tras la marcha de Vanguardia, en las cuatro plantas del inmueble, con entrada por la calle de San Agustín, se asientan la Asociación Personas, la Sonatina Gijonesa, el Centro Loyola y el Centro de Iniciativas Solidaridad y Empleo.

El patronato está regido por seglares, aunque, como queda claro en sus estatutos, un jesuita será siempre el consiliario. (La Nueva España)

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El Club Vanguardia, un referente histórico del asociacionismo juvenil gijonés, echa el cierre por falta de actividad. Nació en noviembre de 1951 bajo los auspicios de la JOC (Juventud Obrera Católica). Tutelado por los jesuitas desde sus inicios, fundamentalmente por seglares, el Centro de Nuestra Señora de Covadonga y posteriormente Club Vanguardia fue impulsado por el sacerdote jesuita Joaquín García Granda, del que pronto se cumplirán 25 años de su muerte.
En sus antiguas instalaciones de la calle Cabrales anexas al desaparecido Cine Ideal se organizaban numerosas actividades solidarias, con un trasfondo de formación cristiana que ha dejado su impronta en miles de jóvenes gijoneses. Se daban clases gratuitas a muchos niños, había cuestaciones de dinero para el Sanatorio Marítimo, se colaboró en los inicios y posterior desarrollo del Albergue Covadonga. Había equipos de fútbol y balonmano, biblioteca, salas de juegos, excursiones, campamentos y también actividades estrictamente religiosas como misas, retiros y ejercicios espirituales. Muchos grupos musicales con inspiración folk también tuvieron cobijo en el club.
La época dorada del Vanguardia fueron las década de los 70 y 80, que coinciden con la participación de las chicas en todas estas actividades y el despunte de las secciones deportivas de la entidad con 400 fichas de federados cada año. Algunos de esos deportistas llegaron a la élite en lo suyo, como sucedió el exjugador del Sporting Eloy Olaya. También era componente del club la guardia civil Irene Fernández Perera, asesinada por ETA en Huesca en 2000.
El gran legado del Club Vanguardia al deporte de la ciudad y de Asturias es la San Silvestre que, con sus 42 ediciones a sus espaldas, es la segunda más antigua de España y un auténtico fenómeno popular.
La desafección de la juventud por los asuntos de la fe fue extinguiendo la llama del Club Vanguardia en los últimos años. El club deportivo cerró hace tiempo y lo que funcionaba y ahora va a echar el cierre es la Vanguardia Social Astur, la asociación que mantenía una actividad ya casi residual.
José Manuel Pérez, Pericles, quien fuera presidente del club en una de las etapas de mayor apogeo, señala que la entidad «empezó su declive porque no se quiso o no se supo regenerar las directivas con gente joven». «El Club Vanguardia nació para dar un servicio a la gente joven y las personas mayores deben apoyar, pero no gobernar», opinó .
A modo de despedida, medio centenar de personas vinculadas a los últimos años del club celebrarán hoy una comida de hermandad en las dependencias de la calle San Agustín, que también serán escenario a las 19 horas de una misa oficiada por el padre Nieto. El patrimonio que queda del extinto club es propiedad de la Fundación Camino Barbachano y será gestionado por los jesuitas (El Comercio).

Foto Angel